En este momento estás viendo 4.001, Josu Urrestarazu

4.001, Josu Urrestarazu

Hace unos años Josu Urrestarazu cambió las dos ruedas por las zapatillas. Tras 10 años como ciclista, compitiendo a nivel estatal, decidió abandonar los compromisos que le exigía la bicicleta para encontrar en la montaña otra manera más sosegada de vivir el deporte.

“Lo del ciclismo empezó siendo un juego – añade-, aunque en sub23 se empezó a poner más complicado. Ya competía con gente que se dedicaba plenamente y me di cuenta de que o destacaba o tenía que emprender mi vida laboral por otro lado. Para destacar, necesitaba un carácter ganador que yo no tenía. Por ejemplo, en los esprint había que arriesgar: puerta grande o ambulatorio. En los puertos, lo mismo”. 

Así, en 2018, decidió pasarse al trail running impulsado, entre otros temas, por la carrera que había en su pueblo, Idiazábal , la Axari Trail. 

“Ahora, con 29 años, mantengo la pasión por el deporte y el rendimiento. Me gusta entrenar fuerte, hacer series, lo que no hago es mucho volumen. Suelo competir bastante durante el año y me lo tomo como una fiesta. Hay gente a la que le gusta ir de bares. A mí me gusta buscar carreras y recorridos, hablar de geles, calambres… El deporte me ha dado mucho: disciplina, compromiso, amistades, respeto entre rivales… También el gusto de conocer sitios, su gastronomía. Suelo vincular las carreras con comidas con amigos”, reconoce el guipuzcoano.

Tras ser segundo en la 2K en 2019, este año Josu Urrestarazu competirá en la 4K, donde ya probó en 2021 aunque lejos de su mejor versión. “Bajando de Musales se me revolvió el estómago y tuve que ir parando. Yo soy más atleta que montañero y sé que este no es mi terreno. Pero creo que es la mejor manera de realizar una ruta de 43 km por los Pirineos, con asistencia, avituallamientos, estando localizado… Cojo este reto más como aventura que como competición. Iré sobre todo a disfrutar del paisaje que es precioso”. 

Y seguro que también vive anécdotas para el recuerdo, como la que vivió con Hassan Ait Chaou en 2019. “Él llegó primero a la cima del Faceras, donde esperaba un jamón para el primero que lo cogiese. Él me lo ofreció y yo, que iba segundo, lo cogí. Venía en una funda con una correa, pero en la bajada escarpada del pico se rompió y acabó rodando. Y yo detrás de él, cogiéndolo como si fuera un cerdo pequeño. Al final, decidí dejarlo a la organización y disputar la carrera. Los jamones se pueden comprar, los resultados no”.